literature

Beauty and the Beast: cap. 1

Deviation Actions

Akribos-san's avatar
By
Published:
1.1K Views

Literature Text

Capítulo uno: El inicio de una historia

Érase una vez, en una tierra lejana, un joven príncipe que vivía en un hermoso castillo. Aunque tenía todo lo que pudiese desear, el príncipe era malcriado, egoísta, poco amable.

Una noche de frío invierno, una vieja mendiga llegó al castillo y le ofreció una sola rosa a cambio de refugio contra el cruel frío. Repugnado por su aspecto andrajoso, el príncipe se burló del obsequio y echó a la anciana a la calle. Ella le advirtió que no se dejara engañar por las apariencias, porque la belleza estaba en el interior. Cuando la volvió a rechazar, la fealdad de la anciana desapareció y reveló a una hermosa hechicera. El príncipe intentó disculparse, pero ya era tarde, porque ella había visto que en su corazón no había amor. Como castigo, lo convirtió en una espantosa bestia y encantó el castillo con un poderoso hechizo y a todos los que moraban ahí. Avergonzado de su monstruoso aspecto, la bestia se escondió dentro de su castillo, siendo un espejo mágico su único contacto con el mundo. La rosa que ella le había ofrecido era en realidad una rosa encantada que duraría hasta los veintiún años del príncipe; si llegaba a amar a una doncella y ella lo amaba también antes de que cayera el último pétalo, se rompería el hechizo. Si no, quedaría encantado y sería una bestia por toda la eternidad.

Al pasar los años, él cayó en la desesperación y perdió toda esperanza, porque ¿quién podría algún día amar a una bestia?

                                          XxX

Diez años después…

Una fría mañana de invierno, en un pueblo no muy lejano, un joven salió de su casa con un libro en las manos. Acababa de amanecer, así que los habitantes de la aldea apenas estaban despiertos y comenzaban con sus labores diarias. El joven observó cómo la gente se daba los buenos días, e incluso algunos lo saludaron a él también, aunque con cierto recelo.

Las cosas nunca cambiarán, pensó el joven amargamente. Había llegado al pueblo de niño, acompañado por su padre, y aunque los habitantes los habían aceptado bien, nunca los habían considerado parte de la aldea. Al fin y al cabo, por más años que pasaran, ellos siempre serían forasteros. Además, no era de extrañar que también les tuviesen cierto miedo, puesto que, como familia, eran bastante peculiares. Su padre, Urahara, era un viejo chalado que se hacía llamar 'científico' y que se pasaba el día metido en su laboratorio inventando cosas raras. Hasta ahora, ninguna había funcionado.

En cambio, nuestro protagonista era un muchacho silencioso y tranquilo cuya mayor afición era la lectura. Siempre estaba enganchado a un libro o mirando fijamente el paisaje con sus ojos verdes, como si estuviera en otro mundo. Además, era poco hablador, así que la gente tendía a tejarlo siempre de lado. Tampoco ayudaba el hecho de que tenía la piel tan blanca como la nieve, cosa que todos asumían que se debía al hecho de pasar tanto tiempo encerrado en su casa leyendo.

Pero eso a él no le importaba. El joven no tenía ningún interés en socializar con los demás aldeanos, puesto que la mayoría carecían de la educación suficiente para deleitarse con un buen libro, y eso le molestaba. Si ni tan siquiera podían hacer eso, no eran merecedores de su atención, mucho menos de su amistad. Aún así, sí que había alguien que amaba los libros de igual manera que él, y que por tanto, consideraba un buen amigo. Y en ese momento se dirigía a su casa.

El joven llegó a la puerta del edificio y entró. La parte baja de la casa había sido habilitada como librería, aunque no parecía tener mucho éxito. Casi nunca entraba ningún cliente allí, a parte de él, claro. Se oyó una campanilla en la trastienda, señalando su llegada, y en seguida salió un hombre para atenderlo. Éste tenía cabellos de color rosa y unos hermosos ojos ambarinos tras unas gafas de montura blanca. El hombre se le acercó con una sonrisa cuando vio quién era su cliente.

"¡Buenos días, Ulquiorra!" exclamó mientras le daba un pequeño abrazo. "¿Qué te trae hoy por aquí?"

"Adivina," respondió el otro, alzando el libro que llevaba en las manos para que su amigo lo viera.

Szayel miró primero el libro y luego a su amigo, sorprendido. "¿Ya te lo has acabado? No puede ser, te lo llevaste ayer por la tarde."

"Sí, y me he pasado toda la noche leyendo, así que cuando me quise dar cuenta, ya me lo había acabado." Ante la mirada inquisitiva de su amigo, Ulquiorra suspiró. "Mi padre lleva toda la semana metido en su laboratorio y armando un jaleo impresionante. Quiere acabar a tiempo su invento para la feria de pasado mañana, pero no sé si lo conseguirá. Sólo se oyen explosiones en el sótano."

Szayel rió al ver la expresión amargada del otro. "Oh, tranquilo, ya se le pasará… al menos, hasta que se le ocurra otro disparate que inventar. De todos modos, no me ha llegado ningún libro nuevo, así que tendrás que esperarte hasta la semana que viene, a ver si hay más suerte."

"No importa," Ulquiorra se encogió de hombros. "Me llevaré…" dijo mientras paseaba la mirada por la alta estantería llena de libros. "Éste." Cogió un volumen con las tapas azules y se lo mostró a Szayel.

"¿Éste? Pero si ya lo has leído dos veces," Szayel lo miró, confuso.

"Lo sé, pero es mi favorito. Habla de aventuras maravillosas en tierras lejanas habitadas por toda clase de seres extraños y…"

"Vale, vale, ya sé de qué va. Al fin y al cabo, es mío, yo también lo he leído. Es por eso que me extraña esa fascinación tuya. No pensé que te gustaran esa clase de novelas. Tú ya me entiendes," lo miró con expresión divertida mientras alzaba las cejas.

Ulquiorra frunció el ceño. "¿Qué tiene de malo?"

"¡Por Dios, querido, es una novela romántica!"

"¿Y? A mí no me interesa esa parte. Sólo me gusta porque explica cosas fantásticas que en el mundo real no existen, y eso me ayuda a desconectar de esta vida tan aburrida. Y en especial, de este pueblo."

Szayel puso los ojos en blanco y sacudió la cabeza. "Ah, qué le vamos a hacer. Anda, pasa adentro, acabo de preparar té. Es lo mejor contra este frío." Lo condujo hacia la trastienda, que en realidad era el comedor de la casa. Una vez allí, se sentaron alrededor de la mesa de madera y le sirvió una humeante taza de té. "Lo cierto es que pasas demasiado tiempo en tu mundo feliz de fantasía. Deberías pasar más tiempo en el mundo real y relacionarte con personas de verdad, no con personajes de libros."

Ulquiorra soltó un resoplido de fastidio. "De veras creo que estás ciego. ¿Acaso no ves que la gente del pueblo me mira mal? Especialmente los jóvenes. No quieren tener nada que ver conmigo. Seguramente creen que soy un bicho raro o algo así."

Su amigo le dirigió una mirada extraña, con una mezcla de intriga y diversión. Entonces soltó una risita. "Realmente no te das cuenta, ¿verdad?"

Ulquiorra alzó la vista de su taza de té, pero no dijo nada, esperando a que el otro se explicara. Szayel captó el mensaje.

"A ver, Ulquiorra, dime una cosa: ¿cuántos años tienes?"

"¿Eh?" Ulquiorra pareció sorprenderse por la pregunta, pero enseguida se recompuso. "Pues el mes que viene cumpliré dieciocho. ¿Por qué lo preguntas?" Levantó la taza de té y se la acercó a los labios para dar un sorbo.

"Casi dieciocho, ¿eh? Pues entonces no me extraña que todos te miren, querido. Estás en edad de casarte." Al oírlo, Ulquiorra se atragantó con el té y empezó a toser, desesperado por tomar un poco de aire. Szayel le dio unos golpecitos en la espalda mientras reía. "Bueno, ya veo que no te lo habías planteado. Es por eso que todos te miran; no es que te odien ni crean que eres extraño. Al contrario, muchos están locos por ti."

Cuando Ulquiorra consiguió coger aire y dejar de toser, soltó la taza sobre la mesa y miró mal a su amigo, con el ceño fruncido. "¿Y por qué se iban a sentir así por mí?"

Szayel le propinó una colleja. "¡Estúpido! ¿Acaso no te has mirado al espejo? Tienes unos ojos preciosos y una piel blanca y fina que más de una desearía poseer. Eres hermoso… aunque nunca serás tan perfecto como yo, claro." Ulquiorra puso los ojos en blanco ante la vanidad de su amigo. Ah, nunca cambiaría.

"Bien, entonces, si yo estoy en edad de casarme, ¿tú qué? Eres dos años mayor que yo, así que deberías aplicarte la misma lógica," Ulquiorra se llevó la taza a los labios otra vez, pero miró a Szayel y se lo pensó mejor; no tenía ganas de volver a atragantarse si éste le salía otra vez con alguno de sus disparates. Apartó la bebida y fijó su atenta mirada en su amigo, esperando que le contestara.

Szayel se subió las gafas sobre la nariz y se apartó un mechón de pelo de los ojos. "Bueno, tienes razón, pero el caso es que yo ya lo he hecho," hizo una pausa ante la mirada atónita del otro. "Sí, ¿no te lo había dicho ya?" Ulquiorra negó con la cabeza. "Mmm, ya veo que no. ¿Recuerdas aquella muchacha rubia que llegó la primavera pasada con su familia?"

Ulquiorra lo pensó un momento y asintió cuando recordó el nombre de dicha persona, "¿Halibel?"

"La misma. Pues bien, resulta que, al poco de mudarse, vino un día a la librería y estuvimos charlando un rato. Nos hicimos amigos y desde entonces nos hemos estado viendo muy a menudo. Una cosa llevó a la otra y… bueno, el resto ya te lo imaginas. La semana pasada fui a pedirle su mano a su padre y éste aceptó. La boda se celebrará de aquí a dos meses, en el solsticio de primavera."

Ulquiorra le sonrió cálidamente y le dio un breve abrazo. "Me alegro mucho por ti, Szayel. Estoy seguro de que seréis muy felices."

Szayel le devolvió el abrazo. "Claro. Ahora sólo faltas tú, y te recomiendo que te des prisa si no quieres que te quiten las chicas más guapas." Ulquiorra le clavó sus ojos verdes, dejándole claro lo que pensaba con una simple mirada. "Oh, vamos, no seas así. No puedes pasarte la vida solo. Ya sé que es difícil encontrar alguien que sea compatible contigo, pero intenta bajar un poco el listón y ya verás como lo consigues." Szayel no sabía qué más decir. Cierto, su amigo nunca había estado interesado en chicas. Ni tampoco en chicos, ya puestos. Pero eso no podía continuar así. De lo contrario, ya se imaginaba a Ulquiorra con los libros por única compañía por el resto de su vida.

Al ver que nada bueno iba a salir de ahí si la conversación seguía por esa línea, Ulquiorra se acabó el té de un trago y se levantó de la silla. "Debo irme ya. Mi padre se marchará pronto, así que tendré que vigilar la casa. Nos vemos." Hizo ademán de dirigirse hacia la puerta, pero antes de que pudiera alcanzarla, Szayel lo tomó del brazo.

"Oye, disculpa si te he ofendido. No quiero presionarte, de veras. Es tu vida, así que sólo te corresponde a ti elegir lo que quieres hacer con ella. Sin embargo…" Szayel bajó la voz y se acercó más a su amigo, como si temiera que alguien pudiera oír lo siguiente que iba a decir. "Ten cuidado. Hay alguien que ya te ha echado el ojo, y me juego lo que quieras a que no se detendrá hasta conseguir lo que quiere; es decir, a ti."

Ulquiorra enarcó una ceja al escucharlo, pero no dijo nada. Sólo asintió antes de abrir la puerta y abandonar el local.

                                          XxX

Escondidas tras una esquina de una casa cercana, dos sombras observaban al joven que acababa de salir de la librería. Una de ellas repasó al chico de arriba a abajo con la mirada mientras una sonrisa se le formaba en los labios. Sí, ahí estaba su presa. Ése iba a ser su día.

                                          XxX

Ulquiorra caminaba por las calles del pueblo de regreso a su casa. Lo que le había dicho Szayel lo había perturbado un poco. ¿De veras debería empezar a relacionarse más con los demás? ¿Iniciar una relación? ¿Casarse? ¿Y quién era esa persona misteriosa que se había fijado en él? Sin duda, debía tratarse de alguna de esas chicas inútiles que sólo sabían soltar risitas tontas en vez de mantener una conversación normal y corriente. Como Orihime. Ulquiorra se estremeció. Esa chica era de lo peor que había visto en su vida. Un caso perdido. Deseó con todo su ser que no fuese ella la que pretendía echarle los tejos. De ser así, se encerraría en su casa y no saldría hasta que tuviera cincuenta años. O más.

Estaba tan sumido en sus pensamientos que no vio a la persona que se le acercaba hasta que se topó con ella.

"Oh, disculpe…" se apresuró a decir, pero se calló al levantar la mirada y ver contra quién había chocado. Oh, mierda, pensó al tiempo que una sonrisa llena de dientes lo saludaba.

"Vaya, vaya, pero mira a quién tenemos aquí…" dijo con tono burlón un hombre alto y delgado. Entonces éste se fijó en el libro que sostenía Ulquiorra y se lo quitó, cogiéndolo con sólo dos dedos, como si fuera algo venenoso. "Agg, ¿otra vez andas con una cosa de éstas? No entiendo cómo te gustan tanto."

Ulquiorra le lanzó una mirada cargada de paciencia. "Nnoitra, ¿quieres darme mi libro?"

Nnoitra le echó una ojeada al libro en cuestión. "No tiene dibujos. Qué aburrido," dijo mientras le daba vueltas, como si así fuera a entenderlo mejor. Algo imposible, claro.

Ulquiorra enarcó una ceja. "Muchas personas usan la imaginación, ¿sabes?" Aunque tu poco cerebro no debe llegar para tanto, añadió mentalmente. Nnoitra lo miró con aburrimiento.

"Ulquiorra, ya es hora de que dejes todos tus… err… estas cosas, y pienses en algo más importante…" empezó mientras lanzaba el libro. Éste aterrizo en un charco enfangado. Ulquiorra le lanzó una mirada reprobatoria y se apresuró a recoger el libro antes de que quedara empapado, pero Nnoitra lo detuvo y lo miró con aire sugestivo. "En mí."

Ulquiorra hizo caso omiso, cogió el volumen del suelo y lo secó con el bajo de su camiseta. "Mira que eres bestia," le dijo cuando se incorporó.

Nnoitra lanzó una risotada. "Vaya, gracias, Ulqui. ¿Qué te parece si vamos a tomar algo?" dijo al tiempo que le pasaba un brazo por los hombros. Ulquiorra se apartó rápidamente y le lanzó una mirada asesina al oír el mote. ¿Así que ése era el que se había fijado en él? Pues vaya problema. El hombre le había caído mal desde que se conocieran, pero cada vez que lo veía, su opinión de él iba empeorando, hasta casi rayar el odio. Y el hecho de que ahora se lo quisiera ligar no ayudaba mucho, que digamos.

"Tal vez en otra ocasión, Nnoitra. Tengo que ir a casa a ayudar a mi padre. Adiós." Dicho esto, se alejó tan rápido como pudo, pero sin llegar a correr. Odiaba tener que huir de ese modo, pero de veras que no soportaba a ese tío.

XxX

Nnoitra observó cómo su nuevo capricho le daba la espalda y se alejaba. Aah, realmente iba a ser difícil conquistarlo. Pero las batallas difíciles siempre hacían las victorias más dulces, ¿no?

En ese momento llegó corriendo su mejor amigo, Tesla. Éste consideraba a Nnoitra más como un jefe que como un amigo, casi llegando al extremo de adorarlo, pero no le importaba en absoluto. Siempre y cuando cumpliera las órdenes que le daba, ya le iba bien.

"¿Cómo ha ido, Nnoitra-sama?" le preguntó con aire inocente y alegre. Fingía estar realmente preocupado por la misión de su amigo de conquistar a Ulquiorra, pero en realidad estaba celoso a más no poder. Desde pequeño había amado en secreto a Nnoitra, pero era demasiado tímido para decírselo. Además, dudaba que a su amigo le importara en lo más mínimo. Así que, si no podía ser él quien lo hiciera feliz, entonces lo ayudaría a conquistar a cualquiera que fuese el objetivo del otro. Por doloroso que le resultara.

En el rostro de Nnoitra se formó una de sus famosas sonrisas. "Se hace el duro, pero no durará mucho. Antes de que pueda darse cuenta, habrá caído en mis brazos. ¡Nadie puede resistirse a mis encantos!" Soltó una risotada que resonó por toda la calle. Tesla no dijo nada al respecto, sino que se limitó a sonreír. Nnoitra era genial, pero a veces era tan corto que no lograba darse cuenta de lo que tenía delante de las narices; en este caso, no veía que Ulquiorra nunca querría saber nada de él.
¿Qué pasaría si el cuento que todos conocemos estuviera protagonizado por ciertos Arrancars? ¿Sería capaz un joven Ulquiorra de enamorarse de una bestia sin corazón? ¿Podría romper la maldición del príncipe? Leed y descubridlo. Shounen-ai, AU, OOCness. GrimmUlqui. Rated T

Mi primer fic, originalmente posteado en FanFiction.net

Todos los personajes aquí presentes pertenecen a Tite Kubo.

Siguiente capítulo --> [link]
© 2011 - 2024 Akribos-san
Comments26
Join the community to add your comment. Already a deviant? Log In
ChibiEdwardAlElric's avatar
Any English translation? The only thing out of this whole fanfic I remotely understood was Ulquiorra, Nnoitra, and Szayel. Know how bad my Spanish is?